Entrevista sobre el Negacionismo y los Antivacunas

«El Confidencial» entrevista al psicólogo Sergio García Soriano sobre el negacionismo y los antivacunas.

 


1) Podemos entender que hace unos meses, frente a la novedad de una vacuna contra el coronavirus, hubiese un cierto porcentaje de la población que tuviese miedo a inoculársela, pero, ¿qué lleva a la gente a seguir defendiendo ahora (y en los próximos meses) que son un invento o que no funcionan mientras los datos de contagios bajan, las medidas se relajan y las UCIs se vacían?

Se puede entender porque no es una cuestión de sentido común si no que el nódulo de la conclusión es afectivo. Los argumentos no les importan, son negacionistas algunos de ellos por convicción emocional, en muchos casos es un sentimiento. En otras ocasiones, es también una “política de lo contrario” defienden en público un razonamiento y sin embargo, algunos de ellos se han vacunado por lo que esa defensa a ultranza puede ser una “mascarada”. Un razonamiento impostado para estar de acuerdo con sus líderes o con personas que a las que ellos admiran o que son importantes dentro de su círculo social.


2) Las personas que defienden que las vacunas no funcionan, o que son un mecanismo de control, o que nos inyectan chips… ¿Seguirán defendiendo lo mismo en el medio/largo plazo cuando la realidad niegue lo que creen y no hayan sido controlados por nadie?

Sí lo seguirán manteniendo independientemente de lo que pase en “la realidad”, si lo pensamos en términos futbolísticos serían más fácil de comprender. ¿Si tu equipo queda el último en la liga dejarías de ser un fororo del mismo? ¿Si la directiva de tu equipo fuese corrupta afectaría a tu adhesión como aficionado deportivo?

Además de esto, también sabemos que no “aceptan” la evidencia científica como “desplazamiento”, están negando otra situación que pertenece al  ámbito de lo afectivo. Mi madre muere de coronavirus, no acepto la muerte de mi madre pero lo que exhibo es que no acepto la evidencia científica relacionada con el virus. El caso del famoso cantante nos serviría como ejemplo.

3) Creer en teorías de la conspiración es algo que viene de lejos y ha ocurrido con muchísimos temas diferentes. ¿Hay un perfil de persona que tiende a seguir este tipo de teorías?

No hay un tipo de personas más propensas hacia ello. En un principio se pensaba que eran personas incultas o sin estudios o con dificultades para acceder a la información. Sin embargo, lo que se ha visto es que existen en todas las clases sociales y en los diferentes grados académicos o formativos. Atraviesa el cuerpo social de un país de manera transversal porque tiene que ver con lo afectivo no con las “capacidades mentales”.

4) Defender a toda costa un pensamiento irracional o fácilmente desmontable es algo que, de un modo u otro, nos ha pasado a todos. ¿Por qué nos cuesta tanto reconocer nuestros errores? ¿Por qué nos aferramos a nuestras creencias frente a lo que nos cuestionan con razón?

El ser humano no piensa con las neuronas piensa con los “grupos de referencia”, y las opiniones que tenemos nos dan una identidad, cambiar de opinión nos exige un grado de humildad y también  nos orienta o desorienta en relación a quien es nuestro “líder” o nuestro “grupo de referencia imaginaria”. Al reconocer un error o adherirnos a un avance nos somete en ocasiones a un conflicto de lealtades sobre lo que me enseñaron en casa o lo que aprendí entre amigos o con aquel profesor…además, defender una teoría de la conspiración me saca de lo que piensa la mayoría de la personas y me da un grado de “superioridad moral” frente a los demás. Por lo tanto se satisface una perspectiva elitista, “soy más listo que el resto” “he sido elegido entre otros pocos para conocer la verdad”

Nos aferramos a nuestras creencias porque nos dan una identidad y nos permiten esta satisfacción psíquica que acabo de comentar. Por otro lado, defender un sentimiento es más fácil que defender un argumento científico, la emoción tiene menos aristas es una cuestión de fe. Lo científico no llega a conclusiones rápidas y a veces, es menos fácil de comprender por su complejidad y porque los nuevos elementos que se van incorporando a su desarrollo se circunscriben  a un campo de estudio delimitado y no permite extrapolar algunas de sus deducciones de manera automática a cualquier otro campo que no sea el estudiado.

5) A pesar de estas excepciones, la intención de los españoles de vacunarse frente a la COVID-19 ha crecido del 32% al 83% en un año y somos uno de los países con mayor nivel de aceptación a las vacunas. ¿A qué puede deberse esta diferencia positiva con países cercanos como Francia, por ejemplo?

Las campañas de vacunación en España han sido permanentes desde hace décadas por todas las administraciones. Somos un país que tiene una cultura de la vacunación elevada, se sufrió mucho con la polio y todos vimos de primera mano la efectividad de las vacunas. Siendo en la actualidad solicitadas cartillas vacunales en algunos colegios como requisito de inscripción formando parte de nuestro acervo cultural.

Por otro lado, la relación de confianza entre médico y paciente es elevada por nuestra sanidad gratuita y universal. Si acudimos a la historia, podemos ver como en la España rural del siglo XX. El cura, el maestro y el médico/ boticario eran las voces más reconocidas y respetadas habiendo llegado hasta nuestros días el discurso médico como uno de los más potentes. Siendo el discurso médico el quinto poder después del periodismo.

6) ¿Cuál es la mejor forma de afrontar una conversación con alguien que piensa algo totalmente irracional? ¿Tratamos de desmontar con datos las afirmaciones de un terraplanista (por ejemplo) o debemos dejarlo por imposible?

La mejor forma de afrontar una conversación con alguien, es no pensar que dice cosas “irracionales”. El delirio tiene una función en cada delirante y todos podemos delirar en menor medida o en determinados temas en los que somos susceptibles. Si aceptamos un debate con un “terraplanista” se va a producir una polarización de lo que él piensa y no vamos a conseguir nada excepto exacerbar su argumento y el nuestro.

La mejor manera de desmontar un delirio es no querer desmontarlo. Generar un vínculo, hablar de otras cosas, generar afinidad en otros temas y poder ser una figura referente para él o ella y si él o ella alguna vez quiere cambiar de opinión ya le hemos mostrado el camino de manera indirecta pero lo tiene que recorrer el sujeto tomando su decisión. Mostrarle su equivocación le va a reforzar en su opinión previa (entropía).