Decidir en Waterloo
Hay batallas muy decisivas en la historia; una de ellas es la de Waterloo, en 1815. Allí se libró el último combate de las llamadas “guerras napoleónicas”. La derrota de Napoleón supuso el fin de su imperio y un cambio de rumbo en Europa; a él le esperaba el destierro en la isla de Santa Elena y, después, la muerte.
En la tertulia ofreceré datos generales del contexto histórico del enfrentamiento, y algún dato de detalle cuando pueda ser significativo. También, ciertos rasgos de la personalidad de los protagonistas principales: Napoleón Bonaparte, el duque de Wellington y el príncipe Blücher.
El emperador, nacido en Córcega 46 años antes de esta batalla, tenía un enérgico temperamento y una gran ambición. Habiendo vuelto de su exilio en la isla de Elba (adonde fue tras haber abdicado), llega a París y retoma el poder. Es consciente de que Francia va a ser invadida por sus muchos enemigos y decide tomar la iniciativa de atacarles antes de su llegada.
La inferioridad numérica de sus tropas es más que notable y lo tiene en cuenta acertadamente en el planeamiento de su estrategia general pero luego comete ciertos errores tácticos que pretendo analizar al ir narrando el desarrollo de la batalla, a fin de demostrar el porqué de la derrota. Haré suficiente referencia a las fuerzas en juego (y las bajas producidas) así como a las tácticas militares de entonces, empleando gráficos, fotografías y mapas.
Tras unos breves comentarios sobre la Europa resultante de la desaparición de Napoleón, pasaré a hablar de von Clausewitz, un militar prusiano –joven cuando participó en esta batalla- que pasó a la historia años más tarde por sus novedosas reflexiones sobre el fenómeno de la guerra, los factores que influyen en ella y cómo hacerle frente de modo racional para lograr la victoria. En cierto modo, fue precursor de técnicas matemáticas que aparecerían más de cien años después (teorías de juegos e investigación operativa) y se aplicarían a la ciencia militar y, finalmente, también al mundo económico y empresarial.
Así, me propongo hacer el siguiente -atrevido- ejercicio intelectual: relacionar las circunstancias conocidas de la batalla de Waterloo (ocurrida en 1815), con el genio militar de Clausewitz (obra publicada en 1832) y con una sencilla técnica matemática (aparecida en 1944), para averiguar los errores del genio militar de Napoleón que hicieron terminar en catástrofe humana lo que iba a ser un empate bélico. Visión frente a veteranía, razón frente a intuición…, todas ellas de uniforme.
Finalizaré describiendo lo que un turista puede contemplar hoy en el mismísimo lugar de los hechos.