El Amor, la Belleza y el Mal son los detonadores del héroe en Shakespeare. El heroísmo, lejos de ser una explosión puntual, es la culminación larga y laboriosa de un proceso de trabajo sobre sí mismo en el que concurren la ética y la estética en un contínuum que produce en el espectador la admiración moral y la experiencia estética intensa de lo sublime, aunadas ambas por el exceso filosófico que supone la voluntad de poder del Alma.