Las crisis de la deuda soberana desde el Siglo XVIII en España

De hecho, España dispuso de lo que hoy llamamos deuda soberana desde finales del siglo XV, con lo cual nos permite analizar la deuda pública durante los últimos 500 años. Dado que en este foro de Economía ya hemos tratado las llamadas bancarrotas del siglo XVI quitándoles el hierro que la Leyenda Negra las había salpicado, hoy comenzaremos a hablar desde el siglo XVIII por dos razones fundamentales; una porque en la anterior charla hablamos de los economistas ilustrados y debemos abundar en los problemas a los que tuvieron que enfrentarse; y la otra razón, que se me antoja de suficiente diferenciación con el pasado, es el reconocimiento de un hecho: la financiación de los estados europeos habían ya instrumentalizado figuras financieras desconocidas en los anteriores siglos como fueron los bancos los fondos de depósito y el papel moneda (billetes de banco). El problema que pretendo señalar es el retraso en afrontar la solución de los déficits públicos y la deuda que ellos generaban por parte de los gobiernos españoles. En el cartel de presentación he incluido los retratos de Bravo-Murillo y Raimundo Fernández Villaverde porque fueron la excepción que confirma la regla señalada. En 1854 y en 1905 ambos ministros darán solución a la deuda, pero posteriormente sus sucesores volverían a las andadas. Señalaré como causa por excelencia de ese problema la cantidad de guerras llevadas a cabo por nuestro país en esos tiempos. Será en 1959, con el Plan de Estabilización del ministro Ullastres y de Juan Sardá desde el Banco de España cuando volverá a nivelarse la deuda. Pero no quiero avanzar en tiempos más recientes porque alargaría la exposición y quiero continuar este tema en otra charla, para resaltar la situación europea (no sólo española) y las circunstancias a las que se puede llegar con dicho problema, aunque no se den excepcionalidades de guerras. Creo que el tema de la deuda pública puede no ser la causa de nuestros problemas económicos actuales, pero sí es una consecuencia de otras decisiones que pretendo apuntar.