Ana Mulero, Pepe Palazón
ADIÓS, AMIGOS
Quiero honrar la memoria de dos ateneístas ilustres que han pasado a otro plano de su existencia y que continuaremos echando siempre de menos. El Ateneo Escurialense me brindó la oportunidad de conocerlos y de trabajar a su lado; han dejado su huella en nuestro Ateneo, y estos recuerdos me acompañarán constantemente.
Cuando un 19 de abril, acabada la presentación del nacimiento de un nuevo ser que llegaba a este mundo, pregunté: “Y bien, la criatura está aquí ya entre nosotros, ahora necesita personas estén dispuestos a echar una mano, a darle los primeros biberones para hacerlo crecer”, hubo una persona que de inmediato se levantó y se ofreció voluntariamente:
“Yo estoy dispuesta a colaborar, a trabajar por esta idea tan estupenda como es que tengamos un Ateneo en nuestro pueblo”. Esa persona se llamaba Ana María Mulero Torres. Yo la acepté y le agradecí su ofrecimiento y de inmediato comenzamos a preparar los biberones para este nuevo ser recién nacido y necesitado de alimento. Nos reuníamos en terrazas de cafeterías y en su propia casa para ir preparando los estatutos, para estudiar las estrategias a seguir y la manera de llegar a las máximas personas para hacer socios. En fin, todo lo que era necesario que nuestro Ateneo creciera sano. El Ateneo Escurialense había nacido, comenzaba a crecer poco a poco, y hoy goza de excelente salud, gracias a personas decididas y dispuestas como Ana y como Pepe.
Cuando busqué compañeros para formar la primera Junta Directiva, ella, Ana, se ofreció como coordinadora de actividades, cargo que desempeñó con la máxima eficiencia. El tiempo (siempre el tiempo) y otras circunstancias te fueron apartado de nuestras tareas, aunque siempre permaneciste vigilante ante la marcha de nuestro Ateneo Escurialense. Muchas gracias, Ana por tus aportaciones, por tu dedicación a la buena marcha de nuestro Ateneo Escurialense.
Tú ya descansas en paz en compañía de Rafael, y hoy seguirás velando por todos nosotros.
Recibe este saludo, esta despedida y este gran abrazo virtual. Hasta siempre.
“No debiste dejar la presidencia del Ateneo”.
Me encontraba cada día con Pepe Palazón caminando por la calle, y cada día me repetía el mismo saludo: Nunca debiste dejar la presidencia del Ateneo. ¡Qué podía responderle yo!, solamente evasivas para salir al paso.
Pasamos unos tiempos extraordinarios durante el nacimiento y puesta en escena de nuestro Ateneo Escurialense. Recuerdo tu buen humor, los juegos con los que nos entretenías en nuestras veladas familiares. El Ateneo Escurialense ha querido ser siempre una familia. Tus chistes, chascarrillos y anécdotas con gracia resuenan aún en los oídos de muchos de nosotros.
Tu experiencia que adquiriste sobre todo al lado de Manolo Escobar y puesta por ti al servicio de nuestro Ateneo Escurialense como vicepresidente del mismo, ayudó al crecimiento y buena salud del mismo ateneo.
El tiempo pasa y pasa. Poco a poco fuiste apartándote de nuestra familia a medida que esta iba creciendo. Llegaban nuevos tiempos, nuevos miembros, y nuevos rumbos. Ahora te has ido definitivamente sin hacer ruido.
Te brindo este saludo y esta despedida, como símbolo de que sigues y seguirás en los corazones de los ateneístas escurialense.
Descansa en paz.
José María Calvo Andrés
Presidente fundador del Ateneo Escurialense