EscoCiencia 2017

Ganadores del Concurso Microrrelatos Ateneo Escurialense

En la mañana del domingo 12 de Noviembre ha tenido lugar, dentro de EscoCiencia 2017, el Concurso de Microrrelatos Ateneo Escurialense.

Se han realizado microrrelatos en tres categoría, para menores de 12 años, entre 12 y 18 años y mayores de 18. Los dos primeros se fallaron durante la semana de EscoCiencia y el de mayores se ha realizado este mismo domingo previo al comienzo de la ponencia sobre medicina en el siglo XXI.
El jurado ha estado compuesto por los escritores Mariano Rivera Cross y Ricardo Ruíz de la Sierra Martín-Gil y por Gonzalo Iturbe Escolano en la parte científica.

Al finalizar la ponencia y el cierre de EscoCiencia 2017 se ha pasado a la entrega de los premios, lotes de libros y premios en metálico, y los ganadores han leído en público sus obras.

Las obras premiadas en la categoría de menores de 12 años han sido:

El cocodrilo

Nuria Gamella Antón. 3ºA. CEIP “Antoniorrobles”       
Primer premio

¡Tengo un cocodrilo en mi baño! Y le sale espuma de la boca. ¡Qué asco! Tiene gafas, ¡parece viejo, qué sorpresa! Qué descubrimiento. Tendrá máquinas por dentro. Si tiene, es un cocodrilo muy raro. Voy a llamar a los científicos. Ha, ha, ha. Con el descubrimiento del cocodrilo se me ha pasado que tenía que estudiar. Pero era un cocodrilo bebé.

La criatura helada          

Eva Cattaneo Núñez. 3ºA. CIM      
Segundo Premio

En el espacio existe la constelación del Cocodrilo y la constelación de la Espuma. Entre las dos está la criatura más fría del universo.

Una vez, una niña que iba a la escuela con mochila de exploradora, la vio entre las nubes. La niña se llamaba Eva. Se asombró al ver la criatura. Entonces vio como unas gafas gigantes. Miró mejor y era un Pegaso. El Pegaso bajó y Eva se subió a él. El Pegaso le llevó hasta la extraña criatura espacial. Eva se dio una sorpresa al notar el frío sobre su piel. El Pegaso la bajó y Eva se fue al cole. Desde ese día, la ciencia le apasiona y se volvió astrónoma.

La máquina de aire         

Mara Chávez García. 3ºA. CIM      
Tercer premio

Érase un científico que inventó algo maravilloso: una máquina que convertía las cosas en aire. Aquel aire parecía espuma, tenía sabor, color y se podía tocar. Para probarla hizo una prueba con una mochila, y para su sorpresa se convirtió en aire e hizo con ese extraño aire un cocodrilo porque se podría  moldear y después para hacerle un regalo a su hermana, le hizo unas gafas, para su cumpleaños. Después la llevó al Ayuntamiento para ver si servía para algo y el alcalde dijo: “Sí, llévala al gran pantano. Dicen que hace 20.000 años vive el monstruo “Come aire”. Hace mucho tiempo, alguien hizo la misma máquina, pero se la quedó y como se alimentaba de ese extraño aire, la rompió”. Guillermo, el científico, la llevó y lo que pasaba es que tenía calor, en aquel estanque siempre hacía calor y le dejó la máquina como regalo y le hicieron una gran fiesta y vino el monstruo y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.

Las obras premiadas en la categoría de mayores de 12 y menores de 18 años han sido:

La piedra

Lucía Pérez Valadés. ESO 3ºA. CIM       
Primer premio

Vivimos en una piedra que flota por el universo, errante, sin destino, pero sí con un principio. Un asteroide chocó contra algún planeta y un trozo salió despedido y nosotros volamos con ella. De vez en cuando vamos de visita por algún sistema planetario, viajando a gran velocidad como tripulante de una nave enloquecida. Si hay alguien observándonos deben pensar que somos un simple asteroide que escapó de su cinturón. Somos seres unicelulares que vivimos en un líquido verdoso y espero que tú, viajero, nos encuentres y nos puedas llevar contigo a cualquier lugar, no importa dónde.

Crambhussk

 Juan Pozas. ESO 3ºB. CIM       
Segundo Premio

1998. Las 17:33. El científico Crambhussk rec

ió una llamada.

-¡ Crambhussk al habla!, dijo

-¡Buenas tardes, doctor! Acabamos de recibir un choque en nuestro K-177, nuestra nave espacial con dirección a Jakku.

-¿Es grave?, preguntó Crambhussk.

-El tripulante T-9871 dice que no es importante, al parecer una pequeña piedra ha sido introducida en el cuartel de mandos… espera, nos acaba de informar que tiene un relleno verde, un líquido pegajoso.

-Bien ¿los otros 9.999 tripulantes están bien?, preguntó el doctor.

-Nos acaban de informar que el tripulante T-9871 es el único con vida, al parecer han tenido una visita muy inoportuna.


¿Una increíble historia?         

Andrea Muñoz Quintana. ESO 3ºB. CIM      
Tercer premio

Yo sentado en una piedra, observando el maravilloso cielo que había sobre mi cabeza.

En esos momentos el silencio reinaba, hasta que de pronto se escuchó un ruido que parecía cercano, parecía un choque. Me acerqué a ver qué había ocurrido.

Cuando llegué… ¡Qué asombro! El objeto que había chocado parecía una nave. ¿Sería nuestra? ¿Tendríamos visita? Esas dudas se resolvieron inmediatamente, puesto que no habrá  ningún tripulante en su interior.

Resultó ser un dron que traía nitrógeno líquido desde Rusia. Así que lo pudo ser una increíble historia terminó siendo un pequeño desvío.

Las obras premiadas en la categoría de mayores de 18 años han sido:

Viaje a ninguna parte

Virginia Verdejo Martín      
Primer premio

Ahora lo sé. Sé lo que es la ansiedad de sentir cómo se acerca el brazo de la máquina, lentamente, con un zumbido rítmico, amenazador. No hay posible defensa ante un destino tan claro. Allá voy… El tubo me absorbe y veo lo que me miran como a través de un velo de incredulidad.

Con mimo me depositan en un líquido cálido, agradable, ligeramente picante… Me agitan rápido, lento, rápido, lento, rápido, lento… Quizás sea el momento de descansar. No ahorro bostezos, estoy a gusto, me dejo llevar… Pero, ¿Qué es esto?, ¿Qué es este frío? Me congelo, no aguanto, me muero…”

Fernández, ¿quiere dejar de jugar con las muestras de virus? Déjelas de una vez en el congelador… ¡Estos becarios! Se piensan que los virus son juguetes. Si supieran lo que yo sé…

La osadía del curioso inocente          

Magdalena Sánchez del Río      
Segundo Premio

En aquel momento de arrojarse a la piscina, no le sobresaltó el vuelo discriminatorio entre la realidad del aire y la del agua.

Para su defensa, la máquina había sido diseñada de forma que el oleaje de la superficie pudiera manipularse de más a menos intenso; lo que significaba un ahorro a la ansiedad primaria que le sobrecogía ante aquel descabellado experimento.

Se encajó las gafas de buceo. Se lanzó al agua. Ya en ella, pudo darse cuenta de que aquel líquido era, en realidad, nitrógeno transparente, que de translúcido, salió de ella, invisible, indemne, pero mudo para contarlo.

La máquina         

Manuel García Blázquez      
Tercer premio

Vas y sales corriendo hacia la Máquina”, me dijo Manuel El Feo. Le llamábamos así porque tenía unas manos grandes, capaces de abarcarnos toda la sonrisa de que éramos capaces, cuando nuestro cuerpo era pura ansiedad si nos encontrábamos ante algo desconocido.

Fui hasta La Máquina, a solo a tres kilómetros del pueblo y no la conocía, y no había más que cuatro paredes de ladrillo tosco, teñidas en parte de viejo revoco de cal que, cual velo, tapaba hasta el letrero que alguien había colocado allí; tal vez desde el día de la inauguración. Ahorro que yo imaginé que podía deber a que el lugar se llamó algún día “Casa del Ahorro”. No veía interés en aquello, así que, como en todo, la sorpresa tendría que estar al otro lado. Y estaba. No había nada, solo agua y añejas arquetas que actuaban como parapeto y defensa para retener el líquido, según las necesidades. De ellas hacían pequeños canales, acequias para un lado y otro, como venas, para que sirviera de tránsito al agua que regaba los campos y nos daba la vida.